jueves, 11 de junio de 2015

El desorden y el conflicto como germen de la vida política.

N. Macchiavello y algunas reflexiones filosóficas y políticas en torno a los debates y conflictos del gobierno Argentino durante 2003-2015
 
 
 
Leandro Pena


En este breve artículo nos proponemos exponer algunas ideas sobre la temática del conflicto en Los discursos a la primera Década de Tito Livio de Macchiavello y reflexionar de qué modo y en qué medida existen ciertas correspondencias tanto en el origen como en el fundamento del conflicto con el modo  de gobierno argentino entre 2003-2015


 


1.      El conflicto como fortalecimiento


 


Sin duda, el pensamiento de Macchiavello, a través de sus obras y de su vida pública, ha sido uno de los principales acontecimientos acaecidos en el Renacimiento y su repercusión a largo de la historia ha alcanzado innumerables referencias y estudios en lo que a la filosofía política se refiere. Sin embargo, sus ideas filosóficas suelen ser tomadas en su contexto o muchas veces su lectura se acota al Príncipe (1513) mostrando así una idea sesgada del autor. Acotaremos una breve reseña de los apartados 4, 5  de Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1517) sin desdeñar la obra anterior dado que ambas se complementan.


En los Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1517) el pensador florentino desarrolla sus reflexiones filosóficas de manera anacrónica, retornando al origen de la vida política romana antigua para poder iluminar y proponer, en base aquellas ideas, una posibilidad de unión de los reinos de Italiadel SXVI en una sola república. Es interesante observar que el filósofo considera que él origen de la virtú, el de las leyes y el fortalecimiento de vida pública es el conflicto. Lo vemos cuando dice:


 


“Creo que los que condenan los tumultos entre los nobles y la plebe atacan lo que fue la causa principal de Roma, se fijan más en los ruidos y gritos que nacían de esos tumultos que en los buenos efectos que produjeron, y consideraran que en toda república hay dos espíritus contrapuestos: el de los grandes y el del pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la desunión entre ambos.” (N. Macchiavello 1987:39)


 


Como vemos aquí, en esta relectura reflexiva-filosófica el pensador florentino destaca la importancia que ha tenido el conflicto para la conformación de una república. El mismo resulta ser el origen y la esencia de la república, en este sentido, el filósofo no apuesta a un estado de naturaleza humana pre-existente sino a la fuerza política emanada de las voces de los propios ciudadanos que fueron las que hicieron posible cualquier orden político efectivo. Se trata de un orden que no excluye las voces ni de unos ni de otros porque el conflicto nace efectivamente -como lo señalamos en la referencia- de los intereses contrapuestos de los nobles y la plebe. En este sentido el tumulto y fuente de discordia son también el encuentro de realidades y posibilidades económicas, sociales y culturales distintas, lo que hace suponer necesidades diferentes. Por otra parte, vemos también que el florentino señala que hay en la vida política dos grupos bien diferenciados, que poseen, necesidades y espíritus distintos y que, en definitiva, las leyes de bien público nace de los alaridos, gritos y tumultos que se producen de estos grupos diversos y claramente diferenciados. Nótese que el calificativo para unos es el de los grandes y para otros el del pueblo, categorías no menores, los grandes son los nobles, el pueblo lo que conocemos como plebe.


De esta manera, cuando el tumulto surge en la vida política, emergen los desencuentros y convergen las necesidades propias de cada sector; sin embargo, la esencia de la vida pública es el conflicto porque  es el mismo -según Macchiavello- el que fomenta el orden y mantiene viva la republica a través de este movimiento político que genera el tumulto. En efecto,


 


“No se puede llamar, en modo alguno, desordenada una república donde existieron tantos ejemplos de virtud, porque los buenos ejemplos nacen de la buena educación, la buena educación de las buenas leyes, las buenas leyes de esas diferencias internas que muchos, desconsideradamente, condenan, pues quien estudie el buen fin que tuvieron encontrará que no engendraron exilios ni violencias en perjuicio del bien común, sino leyes y órdenes en beneficio de la libertad pública” (N. Macchiavello 1987:39)


 


2- Conflicto y libertad


 


En todo conflicto de intereses existen tensiones y diferencias, estas mismas son las que producen leyes y, por lo tanto, leyes que fomentan el orden de la vida pública; de este modo, lo que la diferencia, sostiene, no es tanto el anquilosamiento de posturas contrapuestas sino el restablecimiento de la libertad pública en beneficio de cada ciudadano mediante la ley. Sería, por tanto, llamativo, un gobierno o un ejercicio de la política donde prime el consenso, las igualdades sean supuestas y se garantice un  orden en la republica  bajo la idea del bienestar armónico como constituyente de todo orden civil.


Ahora bien, el pensador florentino piensa que el tumulto que generan los pueblos no está revestido de  un carácter negativo ya que “los deseos de los pueblos libres raras veces son dañosos a la libertad, porque nacen , o de sentirse oprimidos, o de sospechar que pueden llegar a estarlo”(N. Macchiavello 1987:39) Vemos entonces que la propuesta consiste en una óptica que revaloriza la naturaleza humana fundamentando el carácter positivo de los deseos  y también de la racionalidad, en el sentido que el pueblo tiene conciencia de sentirse oprimido o puede sospechar que ello pueda pasarle. En este sentido, Macchiavello hace hincapié no tanto en la fuerza de la nobleza para la emergencia del conflicto sino en la capacidad desiderativa y de discernimiento que los pueblos tienen sobre su presente y sus posibilidades futuras. En este sentido, el pueblo es el que, en definitiva, plantea el conflicto y busca una libertad en la  vida pública mediante la ley; y que los deseos que busca son tan valiosos en su propia naturaleza como en la vida pública.


Algunas cuestiones relevantes para concluir de estas ideas de Macchiavello. En primer lugar, el carácter relevante del conflicto y la participación social para el mismo. En segundo lugar, la necesidad de la ley para poder otorgar la libertad pública. En tercer lugar, y como consecuencia de esto último, resulta sumamente importante cómo la formulación de las leyes otorga el bienestar público y  fomenta la educación y la constitución de ciudadanos formados en la virtú. Finalmente, el carácter positivo del pueblo ya que éste encuentra su libertad a través del conflicto, en este sentido, hay una revalorización de la esencia del pueblo y de su racionalidad en la búsqueda de sus condiciones y posibilidades de legitimación.


 


3- El conflicto, fuente revitalizadora del estado.


 


Sería pretensioso y osado de nuestra parte sostener que las etapas del gobierno de Néstor Kirchner como de Cristina Kirchner ocurrieron en un momento histórico con características similares a las del renacimiento, esto sería imposible no solo por los actores sin por la historia misma de nuestro país, sin embargo, la formulación del conflicto del florentino permite reinterpretar y hacer una lectura política del gobierno de estos últimos años; quizás aquí a modo de apéndice por la brevedad del escrito.


Sin embargo, si podemos destacar que los innumerables conflictos desatados durante estas etapas presidenciales que datan desde el año 2003 hasta la fecha  y que se caracterizaron por el debate de: ideas políticas, como consecuencia de una revalorización de la vida pública-ciudadana, ideas económicas que atendieron las necesidades colectivas por encima de intereses individuales, e ideas sobre derechos humanos  relegadas en el tiempo y que han saldado en mayor medida una deuda social: Condenar a los responsables de quienes han puesto en jaque la valoración de la identidad personal e individual apropiándose libremente y sin reparos en la vida de otros. Durante estos años de conflictos y de debates permanentes se pudieron ver dos ejes que, bajo diferentes maneras, permanecieron en constante diputa y que atravesaron las ideas políticas antes mencionadas, el eje liberal/neoliberal y de justicia social/dignificación  individual. Teniendo el primero como respaldo:  fundamento y hasta a veces con argumento los medios masivos de comunicación, algunos intelectuales nacionales y extranjeros, grandes grupos económicos también nacionales y extranjeros, gobiernos (EEUU y España por momentos como por ejemplo), gobernadores de diferentes provincias y algunos representantes propios del gobierno que, con el tiempo y por los vaivenes de la política, trastocaron los valores personales con que habían sido elegidos y se pusieron en la vereda del frente. El segundo eje fue configurado a partir del segundo puesto en una elección en el año 2003 y cuyo argumento fundamental fue fortalecer las instituciones civiles y poner en debate el paradigma político preestablecido. Durante estos años el conflicto ente los ejes opuestos fue permanente  y los resultados fueron contundentes: Las ideas políticas se vieron propuestas y reflejadas, obviamente mediante conflictos, en la reforma política, la reforma de los diferentes códigos y fundamentalmente en la participación activa de los ciudadanos en la vida pública. Las ideas económicas, lucha de intereses mediante, logró bajar la desocupación, proponer nuevos modelos de producción, valorizar la economía interna y restituir empresas argentinas que ya no portaban la bandera nacional como estandarte de producción y fomento del trabajo. Las ideas sobre derechos humanos con mayor sesgo unas veces y otras a la par de las anteriores, se hicieron efectivas sin dejar de lado el debate y el concepto de lo que significa ser sujeto, no tanto en términos cuantitativos sino cualitativos, viéndose esto con nitidez en : el juzgamiento y condena  a la junta militar y a todos aquellos que hubieran participado en actos reprobables, convertir los lugares de oprobio en lugares de reflexión sobre la construcción subjetiva-colectiva y problematizando la identidad y la constitución de la propia identidad ciudadana a partir de las consecuencias de hechos aberrantes acaecidos durante la última dictadura militar.


Una lectura sesgada podría aseverar que el país ha sido dividido en dos y un sentido romántico propondría que es necesario reunirnos y unificarnos para lograr estar todos juntos. Algo así como una cosmética política de la unidad. La pregunta que gira en torno a esta disparidad de  criterios, ideas y formulaciones es si: ¿Alguna vez no hubo conflicto en la historia de la política? ¿Alguna vez no existieron aquellos que deseaban ser respetados y reconocidos en su identidad ciudadana? ¿No se ha maquillado el conflicto muchas veces con promesas multicolores? ¿ No será el conflicto el fundamento de la libertad individual?


Sin duda, la idea del tumulto del pensador florentino puede teñir de luz los claroscuros y los avatares de un presente mediático y despilfarrador de términos sin una significación clara más allá de los intereses ajenos al Estado argentino. En este sentido, vemos que el conflicto en estos últimos años fue la respuesta a la necesidad misma de configurar: el rol de estado mediante ideas políticas económicas y sociales oponiendo la idea de repartir  a la de conformar  y dando espacio a diferentes sectores de la sociedad que no tenían participación plena en la vida política: las mujeres, los jóvenes, los artistas y los intelectuales, sin que estos conformaran una elite sino, por el contrario, en algunas oportunidades han generados críticas a las resoluciones de conflictos. Tal vez sería interesante repensar algunas ideas del florentino con la forma del ejercicio del poder de este gobierno, teniendo en cuenta las problemáticas detalladas anteriormente y las ideas propuestas como alternativas o como respuestas al conflicto. Teniendo en cuenta que el conflicto ha formado  parte de la praxis constitutiva del gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner ya que nada quedo librado a la fortuna sino que, conjuntamente con las dificultades propias de todo vida política: hubo diseño, estructura y formulaciones racionales y argumentadas a la hora de implementaciones políticas, debates sociales y políticos y fundamentos de razón donde prevaleció el interés colectivo por el individual restringido.


 


 

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