miércoles, 9 de marzo de 2011

Apuntes sobre las Notas críticas al “Ensayo Popular de Sociología” elaboradas por Antonio Gramsci. (Sexta parte)

José Antonio Gómez Di Vincenzo

Tal como habíamos anticipado en nuestra última entrada, en esta oportunidad, veremos cómo Gramsci elabora una crítica despiadada al modo en que en el Ensayo Popular se trata el tema de la “realidad del mundo exterior”.

Desde la primera proposición, Gramsci deja sentado su desacuerdo con el modo en que se plantea el tema. “Toda la polémica contra la concepción subjetivista de la realidad, con la ‘terrible’ cuestión de la ‘realidad objetiva del mundo exterior’ se plantea mal, se lleva peor y es en gran parte fútil y ociosa.” (p. 31) Para Gramsci tanto el desarrollo del problema en el manual como en la ponencia que Bujarin realizara en el II Congreso Internacional de Historia de la Ciencia y la Tecnología de Londres, responde más a un “prurito de pedantería intelectual” que a una necesidad lógica a la hora de explicar o dar cuenta de los principales problemas del materialismo histórico. Pero más que nada, la cosa es futíl, de poca importancia, por el hecho de que ninguna persona común anda por la vida preguntándose sobre la existencia o no del mundo externo, para el lego éste es real y ya. Dicho de otro modo, desde el sentido común se cree en la objetividad del mundo exterior.

Gramsci sostiene que dicha creencia tiene su origen en la religión. Como enseñan las religiones, precisamente, el mundo, la naturaleza, el cosmos, fueron creados por dios antes de la creación del ser humano. Por lo tanto, el hombre ya encontró el mundo creado. Esta creencia ha trascendido la religión y se ha incorporado al sentido común estando presente aún cuando el sentimiento religioso ha desaparecido. Criticar el subjetivismo desde este lado implica un peligroso retorno al sentimiento cuasi-religioso. Gramsci sostiene que incluso la iglesia católica[1] en pos de criticar las posiciones idealistas subjetivistas hace uso de una crítica similar. En realidad, el subjetivismo, que Bujarin insinúa tiene un origen religioso por haber sido expuesto por el arzobispo Berkeley su primer gran exponente leyendo una relación lineal entre la función del intelectual y su obra, más que una concepción religiosa, es una forma de pensar que se encuentra lejos del dogma y es criticado por el dogma.

“El reproche que debe hacerse al Ensayo Popular es haber presentado la concepción subjetivista tal como aparece según la crítica del sentido común y haber elegido la concepción de la realidad objetiva del mundo exterior en su forma más trivial y acrítica, sin sospechar siquiera que se puede hacer a ésta la objeción de caer en el misticismo, como efectivamente se ha hecho.” (p. 34)

Para el marxista italiano el eje de la cuestión pasa por otro lado. Más bien lo que habría que preguntarse es cómo puede ser que en el sentido común la pregunta por la realidad del mundo exterior cause más que admiración por la reflexión filosófica, una carcajada o lisa y llanamente, la burla cruel. Para Gramsci, la cuestión muestra a las claras la distancia que existe entre el representante intelectual de la alta cultura y las masas populares y su saber cotidiano; del abismo que existe entre el lenguaje de la filosofía, “una suerte de jerga que produce el mismo efecto que el lenguaje de Arlequín” y el lenguaje popular. El filósofo de la praxis debe buscar el significado de esa burla, el por qué de la pregunta y la indagación de parte del intelectual y la risa de parte del lego. El subjetivismo, al sostener que el mundo es una creación del espíritu, no ve que el hombre como ser social sobre la base de las relaciones sociales de producción en pos del desarrollo de las fuerzas productivas elabora todo una súper-estructura ideológica relacionada dialécticamente con la base estructural.  La explicitación de esto de por sí anularía toda discusión sobre la inmortalidad del cangrejo o el sexo de los ángeles.

A continuación, Gramsci sostiene que no obstante lo expresado, el filósofo de la praxis debe hacerse cargo de la crítica al subjetivismo y al solipsismo apuntando a los más importantes exponentes de esta tradición a los cuales debe impugnar mediante el desarrollo de los principales aspectos de su filosofía de la praxis o al menos, tomar de su obra algunos aspectos parciales y los valores instrumentales si los hubiera. En realidad, Gramsci está pensando en Hegel. Para el marxista italiano, desde la filosofía de la praxis se debe demostrar que el subjetivismo ocupó un lugar importante en la historia de la filosofía como crítica a la filosofía de la trascendencia (aquí se rescata nuevamente el valor del hegelianismo) y la metafísica ingenua del materialismo filosófico.  

Por otro lado, hay que conceder que de algún modo los hombres creamos el mundo pero no como sostiene el subjetivismo sino por medio de la praxis. Para Gramsci y siguiendo en esto a Engels y por supuesto a Marx lo objetivo (del mundo exterior o de cualquier otra cosa) es lo humanamente objetivo, lo cual es equivalente a históricamente subjetivo. Lo objetivo significa, desde esta perspectiva, universal subjetivo.

“El hombre conoce objetivamente en la medida en que el conocimiento es real para todo el género humano; pero este proceso de unificación histórica se produce con la desaparición de las contradicciones que constituyen la condición de la formación de los grupos y del nacimiento de las ideologías no universales concretas, pero que el origen práctico de su sustancia hace inmediatamente caducas. Existe por tanto, una lucha por la objetividad (por librarse de las ideologías parciales y falaces) y esta lucha es la misma que se libra por la unificación cultural del género humano. Lo que los idealistas [podríamos decir hegelianos, JAGD] llaman espíritu no es un punto de partida sino un punto de llegada, el conjunto de las súper-estructuras en devenir hacia la unificación concreta y objetivamente universal y no ya un presupuesto unitario…” (p. 35)

Para Gramsci, la forma de conocimiento que más ha contribuido a unificar el “espíritu” a universalizarlo es la ciencia natural de su época. “Es la subjetividad más objetivada y universalizada concretamente”. (p. 35) En esto Gramsci es, por así decirlo, muy engelsciano. El experimento científico además de iniciar una revolución en las ciencias y marcar el paso de un modelo antiguo al modelo moderno de cientificidad es un hito en la relación del hombre con la naturaleza. El experimento científico marca el comienzo en la dialéctica hombre-naturaleza y es clave para comprender cómo se da la transformación de la misma para el desarrollo de las potencialidades humanas. “El científico-experimentador es también un obrero, no un pensador puro, y su pensar es controlado continuamente por l práctica y viceversa, hasta que se forma la unidad perfecta entre la teoría y la práctica” (p. 36); esto es la praxis.

En definitiva, sólo conocemos la realidad en relación con el hombre. Realidad fuera del hombre es igual a misticismo. Por demás debe siempre ponderarse el costado histórico. Por ejemplo, los puntos cardinales no existirían de no ser por el hombre, por las convenciones culturales, esto es histórico-sociales de los seres humanos. No tiene sentido pensar en la existencia de dos puntos en el espacio si no es por la necesidad que el hombre tiene de pensarlos, necesidad que es una necesidad práctica. Es más… “sin pensar en la existencia del hombre no se puede pensar que se piensa, no se puede pensar en general en ningún hecho o en ninguna relación que sólo existan cuando existe el hombre”. (p. 37)

No se puede comprender la filosofía de la praxis sin antes comprender que la verdad y la objetividad se dan en la práctica, sin comprender rigurosamente el concepto de praxis, sin comprender las diferencias que existen entre ella y el idealismo y materialismo clásicos, algo claramente expuesto por Marx en sus dos primeras Tesis sobre Feuerbach. “No es exacto que en la filosofía de la praxis la idea hegeliana haya sido sustituida por el concepto de estructura como afirma Croce [aquí Gramsci cuestiona la idea de la inversión de la filosofía de Hegel que llevaría a cabo Marx para elaborar el materialismo histórico, JAGD]La idea hegeliana se resuelve tanto en la estructura como en las súper-estructuras y todo el modo de concebir la filosofía ha sido historificado, es decir, se ha iniciado un nuevo modo de filosofía, más concreto e histórico. (p. 38)

En la próxima oportunidad nos encargaremos del juicio de las filosofías del pasado y de la relación entre la inmanencia y la filosofía de la praxis.



[1] Gramsci dice que  es el modo de proceder de los Jesuitas, los neo-escolásticos que intentaron absorber el positivismo utilizando un razonamiento como el que sigue: “Los idealistas son los que creen que este campanario existe solamente porque tu lo piensas; si tu no pensases, el campanario dejaría de existir”.

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