martes, 15 de mayo de 2018

El nuevo mundo



Maximiliano Basilio Cladakis

Mario salta un barril. Sólo dos pisos más y la anónima mujer rubia será rescatada. Durante más de treinta años la historia se repite. El gorila continúa, incansable, llevando a cabo el secuestro. El plomero, igual de incansable, parte hacia el rescate. Los dedos caen sobre una pantalla de vidrio casi de la misma manera en que lo hacían sobre botones de plástico.

Un rostro sonriente y amarillo levanta un pulgar. Aparece luego de “Sí”. Un “Sí” que es una de las pocas manifestaciones del antiguo lenguaje alfabético; esa serie veintisiete caracteres que practicamente son reliquias del pasado. De la cual, paradojicamente, la “x”, casi inutil anteriormente, ha adquirido una relevancia inusitada sobre sus pares, como si se tratara de un acto de venganza tras dos mil años de espera.

El bar es normal, común, como cualquier otro. El café y las medialunas son ajenas a todo vestigio de singularidad. Sin embargo, la pareja sonrie alegremente, como si se tratara de un acto único, irrepetible, trascendente, no sólo para ellos sino para la humanidad. Una humanidad que está obligada a decir “me gusta”. No se trata unicamente de que no existe la posibilidad de que un individuo diga que “no”, sino que hay un castigo incluso para la indiferencia. Un nuevo imperativo moral, pues, se elevado como máxima absoluta. Todo nos debe gustar.

El gato baila con una especie de “tutu” hecho en papel. Suena una canción pop y los movimientos del felino parecen seguir su compaz. En realidad no baila, puesto que el único ser vivo que baila es el hombre. Tan sólo parece que lo hace. Parecer y ser no son lo mismo, sin embargo la diferencia no importa, tan sólo importa la risa que debe provocarnos.

La piel de la mujer comienza a enfriarse. El tren está por llegar a otra estación. El muchacho que está en el asiento de al lado se levanta. Maldice la inmovilidad de la mujer que no es otra cosa que un traspie para su apresuramiento. La chica que ocupa su lugar también la maldice y le comenta la situación a una amiga que se encuentra de vacaciones a mil kilometros de distancia.

El gorila finalmente cae desde las alturas y Mario festeja su triunfo.

Un corazón es la respuesta que le sigue al amarillo rostro que levanta el pulgar.

La pareja está ahora frente a la entrada de un cine y al mundo entero le gusta.

El gato con el tutú desapareció, en su lugar un joven reversiona con humor negro una clásica canción de los años ´80.

La piel de la mujer continua enfriándose y continúa sin respirar como hace seis estaciones atrás.





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